La muerte llegó a mi puerta


La muerte llegó a mi puerta
tocó, tocó y no le abrí
porque la reconocí
antes de tenerla abierta.


La muerte que pone fin
a la vida buena y mala
un día quiso hacer gala
de su cometido ruin.
Desde el remoto confín
salió de luto cubierta
y con su macabra oferta
cosa que nunca abandona
en busca de mi persona
la muerte llegó a mi puerta.


Aunque la muerte viviente
en la puerta se detuvo
en escaso tiempo estuvo
enrarecido el ambiente.
Apresurado, en mi mente
el tiempo retrocedí,
mucho más antes, de mí
se llevó a la compañera
y presintiendo quién era
tocó, tocó y no le abrí.


Me latía el corazón
con más rapidez que nunca
y a la que todo lo trunca
le puse más atención.
Y en efecto esta visión
otra vez estaba ahí,
su olor a miasma sentí
lo que delató su antojo
y a la puerta eché cerrojo
porque la reconocí.


A pesar de que insistía
en llevarme al camposanto
yo no le abrí y por lo tanto
se fue molesta ese día.
Puesto que quien se confía
con vida ya no despierta
de la puerta vivo alerta
porque la muerte es muy pilla
y miro por la mirilla
antes de tenerla abierta.


* planta de Alexis Díaz-Pimienta (Cuba)

© 2009 Luis Bárcena Giménez
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