Señor, Dios, que nos dejaste


Señor, Dios, que nos dejaste
por patrimonio y herencia
la pobreza y la indigencia
cosas que tanto tú amaste,
si era tan buena la cosa
allá a tu mansión gloriosa
do los ángeles se mueven
que no juegan, que no beben
ni fornican a una moza
¿por qué no te la llevaste?


Señor, no es nada sencillo
en este mundo vivir
y de idéntico sentir
fue hace mucho Fray Castillo.
Pues quiso en su cuadernillo
decir que en algo fallaste
y yo no soy parafraste
porque en un momento adverso
“El Ciego” escribió este verso:
Señor, Dios, que nos dejaste.


Con muy buena voluntad
para colmar nuestras mesas
infinidad de promesas
y una dura realidad.
Ante tanta adversidad
ya no tenemos paciencia
y decirlo no es falencia
porque desde que nacemos
solo estrecheces tenemos
por patrimonio y herencia.


Andamos muy desnutridos
venos en las procesiones
y sabrás que son millones
los más desfavorecidos.
Y vivimos convencidos
por la cristiana creencia
que la tierra es consecuencia
de tu infinito poder
y en esta hay que padecer
la pobreza y la indigencia.


Señor, Dios, cada vocablo
tuyo, no nos es ajeno
y sabemos que por bueno
te siguieron Pedro y Pablo.
A las ofertas del diablo
atención no les prestaste
y humildad tú demostraste
a todos los que te vieron
pues las privaciones fueron
cosas que tú tanto amaste.


Desconocemos los mimos
de una existencia decente
y en nuestra lucha frecuente
solo ayunos conseguimos.
Desde hace siglos vivimos
con la penuria angustiosa
y por qué esta desastrosa
carencia aquí perpetuada
no llevaste a tu morada
si era tan buena la cosa.


Señor, aquí el cautiverio
nos lo impone la pobreza
y esta misma con rudeza
nos conduce al cementerio.
De nuestra vida el misterio
ya no es una quisicosa,
la necesidad odiosa
tenemos que soportarla
pues no podemos mandarla
allá a tu mansión gloriosa.


Mis reclamos no son vanos
y tampoco son injurias
expresar que las penurias
vienen de tiempos lejanos.
Aquí no existen humanos
que caídos, nos eleven,
y si las penurias llueven
mejor que lluevan sin falta
en esa parte más alta
do los ángeles se mueven.


Tú puedes frenar los diarios
sinsabores terrenales
que de nosotros los males
son muchos y son palmarios.
Envía a tus emisarios
para que el hambre se lleven,
allá el juego no promueven
y no hay bares ni garitos
porque viven angelitos
que no juegan, que no beben.


Virtud y contemplación
ahí tienen tus querubines
y aquí en todos los confines
tenemos solo aflicción.
En el cielo tu mansión
difiere de nuestra choza
y de otra manera goza
tu comuna angelical
que allí no ven lo sensual
ni fornican a una moza.


Nunca llega un intervalo
con ausencia de laceria
y opino que la miseria
es un eterno regalo.
Y entre lo bueno y lo malo
yo no niego que hay contraste
mas si mi charla escuchaste
te lo pregunto sin pena
si la pobreza era buena
¿por qué no te la llevaste?


* planta de Fray Francisco del Castillo “El Ciego de La Merced”

© 2009 Luis Bárcena Giménez  
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