Es triste dejar sus pagos



Es triste dejar sus pagos
y largarse a tierra ajena
llevándose el alma llena
de tormentos y dolores,
mas nos llevan los rigores
como el pampero a la arena.


Yo siempre vi tropelías
de los que tienen el mando
también sé que en ese bando
abundan las gollerías.
El ver por las mayorías
queda tan solo en amagos,
en los momentos aciagos
en que la suerte es esquiva
cuando no hay alternativa
es triste dejar sus pagos.


Cada tiempo un gobernante
nuevo, su figura asoma,
dizque no roba ni en broma
pero resulta un mangante.
La esperanza, al emigrante
por períodos lo frena,
mas si de la chicha buena
se nos es negado el concho
no hay más que agarrar el poncho
y largarse a tierra ajena.


La vida es un escarmiento
¡esto lo creo con fe!
si no, díganme ¿por qué
se nace y se vive hambriento?
Del humano, el sufrimiento
lo sabe solo la pena:
Marchar hacia la condena
sin que se sepa el final
y de una angustia mortal
llevándose el alma llena.


¡Mentira que el hombre fuerte
no tenga el alma partida!
y ante esta clase de vida
es más piadosa la muerte.
Yo sí que envidio la suerte
de los pájaros cantores,
entre las cosas mejores
de la vida que es expolio
tiene el pobre el monopolio
de tormentos y dolores.


Una patria Dios nos dio
para que no haya querella
pero siempre más por ella
el humilde trabajó.
Y pese al esfuerzo ¡no
salimos de perdedores!
para paliar sinsabores
de ninguno es nuestra meta
otro lugar del planeta
mas nos llevan los rigores.


Las esperanzas mantienen
al hombre, hasta cierto punto
¡no se sabe de difunto
si mejores tiempos vienen!
Como yo, muchos no tienen
ni comida ni alacena
pero en la opípara cena
los Judas dirán sus cuentos
mientras nos llevan los vientos
como el pampero a la arena.


* planta de José Hernández (La vuelta de Martín Fierro, c 170)

© 2007 Luis Bárcena Giménez
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