El mal es árbol que crece



El mal es árbol que crece
y que cortado retoña;
la gente experta o bisoña
sufre de infinitos modos:
la tierra es madre de todos,
pero también da ponzoña.


En aquellas tardes grises
surge el mal soliviantado
porque el mundo está colmado
de millones de infelices.
Va expandiendo sus raíces
cuando el hombre se adormece,
aunque el buen viento remece
su tronco de lado a lado
en un terreno abonado
el mal es árbol que crece.


Se oxigena con la envidia
¡del hombre rey de la tierra!
a su corazón se aferra
y reposa en su desidia.
Es su riego la perfidia
y su abono la carroña,
para combatir la roña
otro corta por el tronco
pero el mal es árbol bronco
y que cortado retoña.


El árbol que es ser viviente
sin malicia que desprecie
para perpetuar su especie
echa su mala simiente.
Atrae para sí a la gente
con la flauta o la zampoña
y al hacer la carantoña
erguido en la verde alfombra
se sienta bajo su sombra
la gente experta o bisoña.


Allí males recrudecen
porque el hombre es conflictivo
y en el chinchorro agresivo
maldad y hombre se mecen.
Hay un montón que amanecen
de perversidad beodos,
es cierto que hay acomodos
pero también es verdad
que toda la Humanidad
sufre de infinitos modos.


Siempre atados a los lazos
de la inquina e impaciencia
se recurre a la violencia
con la fuerza los brazos.
De tanto darnos codazos
nos destrozamos los codos,
conocidos los recodos,
para el malo y para el bueno:
el mundo es ancho y ajeno
la tierra es madre de todos.


Cual madre sabe tejer
las ropas para sus críos:
al hombre viste con líos
con vicios a la mujer.
Gusta del buen parecer
y por nada se desmoña,
es igual que aquella doña
por respeto así tratada
que da una dulce mirada
pero también da ponzoña.


* planta de José Hernández
“Martín Fierro” c. 345 , p. 100

© 2005 Luis Bárcena Giménez
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