Siempre que tiendo mi cama



Siempre que tiendo mi cama
maldigo la suerte mía.
Cama ¿para qué te tiendo
si no tengo compañía?


Con dificultad sorteo
de una fémina la falta
y cada día me asalta
un repentino mareo.
Alucinado yo veo
de colores una gama,
la pasión prende su llama
al minuto me domina
y deseo a la vecina
siempre que tiendo la cama.


Y parado en el cemento
con la sábana en la mano
envidio al otro cristiano
a quien ella da contento.
También en ese momento
que diariamente me lía
me acuerdo de Estefanía
de Matilde y de Sagrario
mas al verme solitario
maldigo la suerte mía.


A la cama no le doy
motivos pa’ que se rompa
que en lo de no tener pompa
el número uno yo soy.
Para desconsuelo estoy
mal de amores padeciendo,
con nadie estoy conviviendo
y como sabe el asunto
de mañana le pregunto
cama ¿para qué te tiendo?


Hasta que pueda lograr
el amor de Salomé
a ciencia cierta no sé
cuánto tiempo irá a pasar.
Con la cama, dialogar
se me ha hecho una manía:
- Si tú tienes la porfía
que tendida quieres verte
¿para qué voy a tenderte
si no tengo compañía?


* planta de Atahualpa Yupanqui

© Luis Bárcena Giménez

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