Señora del alma mía



Señora del alma mía,
parecéis aurora bella,
más hermosa que la estrella
y más luciente que el día.


Señora, sé a quién espera
¡solo un minuto le ruego!
que prendido tengo el fuego
de una confesión sincera.
Mirarla, yo no quisiera
pero la vista porfía,
La veo y es ironía
pues por lo linda, me gusta
mas por casada me asusta
señora del alma mía.


No sé cómo proceder
desde hoy para adelante
si en mis sueños su semblante
otra vez volveré a ver.
¿Sabéis que es una mujer
que en el alma deja huella?
no envidiéis de la doncella
ni juventud ni dulzura
con magnífica figura
parecéis aurora bella.


A causarle desazón
no he venido a su presencia
sino que de mi vehemencia
quiero exponer la razón.
Su belleza, al corazón
atraviesa cual centella,
vais a recibir querella
directa del firmamento
por ser en todo momento
más hermosa que la estrella.


¡Qué pena! que se acabase
el minuto concedido
yo le quedo agradecido
de que atenta me escuchase.
Si el tiempo no la apremiase
más versos me inspiraría,
en su honor, mi poesía
quiero cerrar con un broche:
Sois más sensual que la noche
y más luciente que el día.


* planta de Bartolomé Leonardo

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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