Confieso al mundo que tuve


Confieso al mundo que tuve
una hijita en mi comadre;
después me casé con ella,
fui su padrino y su padre.


Hoy tengo la valentía
de mi pasado exponer
pues muchos quieren saber
lo que de joven hacía.
Como la gran mayoría
en la esquina me entretuve
y aunque siempre me mantuve
lejos de lo reprochable
un pecado confesable
confieso al mundo que tuve.


Yo fui muy dado a la guasa
y otros males me achacaron
pero nunca me encontraron
con las manos en la masa.
Mientras que el dueño de casa
estaba por otro encuadre
a casa de mi compadre
pasaba todas las veces
y tuve a los nueve meses
una hijita en mi comadre.


Mi compadre no sabía
que era yo quien lo atrasaba
ingenuo me saludaba
y yo a él le sonreía.
La existencia transcurría
rauda como una centella,
la niña se hizo más bella
yo le había echado el ojo
y pa’ no morir de antojo
después me casé con ella.


Al poco tiempo enterado
mi compadrito del alma
vino a mi casa y sin calma
me dejó despatarrado.
Con mi compadre burlado
llegamos al descompadre,
y puesto que era su madre
mi comadre salerosa
de la que hice mi esposa
fui su padrino y su padre.


* planta Chancay (Perú)


© 2009 Luis Bárcena Giménez
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